Crisis del tomate mexicano: Aranceles, fin del acuerdo y consecuencias para ambos países

Decisión de Trump desata polémica bilateral

La industria del tomate entre México y Estados Unidos vive una de sus mayores tensiones tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de imponer aranceles del 17% a los tomates frescos provenientes de México, lo que ha encendido las alarmas en ambos lados de la frontera. La medida, que afecta directamente a cerca de dos tercios de los tomates consumidos en EE. UU., fue acompañada por la retirada de Washington de un acuerdo comercial que por décadas había regulado el precio y la importación de este producto clave.

Reacción en México: defensa del sector y advertencias

Desde el gobierno mexicano, la presidenta Claudia Sheinbaum no tardó en responder. “No estamos de acuerdo. Los tomates mexicanos seguirán exportándose. Y la próxima semana anunciaremos acciones conjuntas con asociaciones y productores”, afirmó. Además, Sheinbaum advirtió que, si para el 1 de agosto no se logra un acuerdo con la administración Trump, México implementará medidas propias para proteger a sus productores.

Impacto inmediato: aumentos de precios y desabasto

El retiro del llamado “Acuerdo de Suspensión del Tomate”, vigente desde 1996 y renovado cada cinco años, marca un antes y un después para el comercio agrícola bilateral. La decisión obliga a las empresas estadounidenses a pagar un arancel inmediato del 17% por cada tomate mexicano importado, lo que, según un estudio de la Universidad Estatal de Arizona, podría elevar los precios para el consumidor hasta un 50%. Además, se anticipa un posible desabasto durante los meses de invierno, cuando Florida —el mayor productor nacional— disminuye su producción y el país depende más de la oferta mexicana.

Texas, epicentro del impacto económico

En Texas, donde el tomate mexicano representa una industria multimillonaria y da empleo a más de 32 mil personas, la preocupación es palpable. Más de la mitad de los tomates importados de México ingresan al país a través de los puertos de Pharr y Laredo, convirtiendo a este sector en un pilar económico local. Líderes estatales y empresariales han urgido a mantener los acuerdos previos, pero la administración Trump no ofreció razones claras para su retirada, aunque distintos analistas coinciden en que la presión provino del Florida Tomato Exchange, el principal gremio de productores floridanos.

Orígenes del conflicto: dumping y competencia desleal

El conflicto tiene raíces en acusaciones históricas: productores de Florida sostienen que los exportadores mexicanos venden tomate por debajo del precio justo, lo que califican como dumping. Pese a que el acuerdo había servido para evitar mayores tensiones, en 2023 el Florida Tomato Exchange pidió formalmente terminarlo, señalando que la competencia seguía siendo desleal y citando informes oficiales que indicaban ventas por debajo del costo de producción.

Disminución de la producción estadounidense

La producción de tomate en Florida ha caído de unas 45 mil a 24 mil hectáreas en los últimos veinte años, reflejando la presión competitiva. Robert Guenther, directivo del Florida Tomato Exchange, insiste en que los agricultores estadounidenses no pueden competir frente a productos que se venden por debajo del costo de producción.

Medidas y alternativas para productores mexicanos

El gobierno de México, por su parte, anunció apoyo a los productores nacionales para buscar la suspensión del arancel, así como para abrir nuevos mercados internacionales. Al mismo tiempo, asociaciones y empresas advierten que el principal perjudicado de estas medidas será el consumidor estadounidense, que enfrentará precios más altos y menor disponibilidad del producto.

Perspectivas para la industria y próximos pasos

Con cerca del 70% de los tomates consumidos en EE. UU. provenientes de México, el futuro inmediato de la industria es incierto. Las negociaciones programadas para el 1 de agosto serán clave para definir el rumbo de esta disputa comercial. México prepara una estrategia para proteger a su sector agrícola, mientras que el gobierno estadounidense enfrenta presiones internas de productores locales. Lo cierto es que el desenlace de esta crisis tendrá repercusiones tanto para trabajadores y empresarios de ambos países como para millones de consumidores.