Hoy que México alza la voz contra visiones supremacistas y
xenófobas que atentan contra la integridad de nuestros connacionales, es buen
momento para que como país prediquemos con el ejemplo y se fortalezca la
cultura contra la discriminación, apuntó la diputada Lucila Martínez Manríquez,
integrante de la LXXIV Legislatura del Congreso del Estado.
La legisladora subrayó que es necesario dar pasos más firmes
contra la discriminación en México, ya que la preferencia sexual, el origen, la
religión, el color de piel, y la condición social y física persisten como
motivos principales para discriminar a personas en nuestro país.
“El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en
México ha señalado a las personas indígenas como las más discriminadas en el
país por su forma de vestir o hablar, esto pese a la visibilización que por
décadas se ha dado en nuestro país de la importancia, problemática y realidad
indígena”.
La diputada hizo votos para que con la federación recapitule
en su política y programas de gobierno, y que se observe una mayor altura de
miras en el quehacer público para instrumentar efectivas que permitan acabar
con formas nocivas como o es la discriminación.
“La discapacidad también permanece como causa de
discriminación, tanto que el 48 por ciento de las personas que la tienen
consideran que son discriminadas”.
Recalcó que un Estado democrático debe pugnar por la
igualdad de todos, de manera que las personas puedan gozar por ejemplo, de los
servicios que proporcionan las instituciones por igual, sin distinciones y
recordó que la desigualdad y discriminación son indicadores de un desarrollo
deficiente, generadoras de abusos, omisiones y violencia.
Lucila Martínez Manríquez subrayó que la discriminación por
preferencias sexuales de las personas es otro de los grandes problemas en el
país, tanto que los crímenes por odio persisten y las agresiones a personas de
la comunidad lésbico-gay son cada día más brutales.
“La eliminación de la discriminación y la violencia, esto un reclamo de justicia de la población, y todo intento de una sociedad democrática por avanzar en la defensa de derechos fundamentales, por lo general, está precedido de una lucha ardua para garantizar el respeto a la diferencia”.